DEPRESIÓN

¿Qué es la Depresión?

La depresión es una alteración del estado de ánimo que se caracteriza principalmente por una tristeza profunda y una disminución importante del interés y la capacidad de sentir placer para la mayoría de las actividades que realiza la persona a lo largo del día.

 

Se trata de un trastorno mental bastante frecuente que puede afectar a personas de todas las edades (niños, adultos y ancianos). La OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que dicha patología afecta a más de 300 millones de personas en el mundo situándose la prevalencia en la población mundial alrededor del 4.4 % (esto supone que 5 de cada 100 personas padecen un trastorno depresivo en el momento actual). Los trastornos depresivos suponen una afectación importante en la calidad de vida de la persona que lo padece, generando un altísimo coste personal y social, siendo la principal causa mundial de discapacidad (OMS, 2017).

 

Es importante diferenciar un trastorno depresivo, de un estado de tristeza normal, que ocurre como respuesta ante un problema de la vida cotidiana. La tristeza es una emoción básica que todos podemos sentir en ciertos momentos difíciles, que nos da información sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, y que posee aspectos adaptativos. Nos permite parar y reflexionar acerca de los eventos negativos que estemos sufriendo, y la necesidad de implementar algún cambio. Asimismo, nos induce a buscar apoyo social.

 

Empezamos a plantearnos la posibilidad de padecer un trastorno del estado de ánimo cuando este proceso cumple una serie de requisitos:

  •          DURACIÓN: la persona atraviesa un estado de tristeza profunda que dura al menos 2 semanas, de forma (casi) continúa,
  •          INTERFERENCIA: dicho estado empieza a generar problemas en la capacidad de adaptación de la persona, dando lugar a:
  •          DETERIORO en áreas importantes de la vida de la persona (relaciones familiares, trabajo, hábitos básicos de autocuidado, patrón de descanso, alimentación, etc.) 

 

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¿Cómo se produce? Síntomas más frecuentes

 

No existe un modelo único que dé respuesta a todos los cuadros depresivos. Actualmente se entiende desde un modelo multifactorial, donde se combinan variables distintas  implicadas en la aparición y mantenimiento de dichos cuadros.

 

Dichos factores son:

 

a) biológicos (enfermedades físicas, hormonas, déficit en el funcionamiento de algunos neurotransmisores, etc.)

b) psicológicos (estilos de afrontamiento ineficaces, estrés crónico, dificultades de manejo interpersonal, dificultades en asertividad, etc.)

c) sociales (problemas laborales, familiares, ausencia de apoyo social, paro, precariedad económica, etc.)

 

En ocasiones, la depresión se desencadena tras algún acontecimiento estresante que implica una pérdida importante para la persona (fracaso laboral o académico, pérdida de empleo, ruptura amorosa, fallecimiento de un ser querido…). Pero no toda pérdida tiene por qué conllevar necesariamente a la depresión, sino que es necesaria la conjunción de diferentes factores para que esta se produzca.

 

Hay factores que aumentan el riesgo de desarrollar un trastorno depresivo, y que hacen que aumente nuestra vulnerabilidad. Entre dichos factores están:

 

  •  La exposición a un estrés crónico.
  •  Haber vivido hechos traumáticos (agresiones, pérdidas, etc.)
  •  Existencia de enfermedades físicas crónicas (dolor crónico, limitaciones, etc.)
  •  Personas que han estado deprimidas anteriormente.
  •  Personas que abusan de sustancias como alcohol o drogas.

 

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Los síntomas más frecuentes que sugieren la posibilidad de padecer un trastorno depresivo son:

 

1.    Tristeza intensa, que permanece durante un tiempo excesivo e interfiere en nuestro día a día. Puede ir acompañada de ganas de llorar frecuentes.

2.    Irritabilidad, nerviosismo, o sensación de vacío, así como sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos.

3.    Reducción de emociones positivas: la incapacidad para sentir placer ante actividades que antes disfrutábamos es uno de los síntomas más característicos de la depresión.

4.    Tendencia al aislamiento y a la inactividad. Sensación excesiva de no tener “ganas” de hacer cosas.

5.    Pensamientos negativos sobre uno mismo, sobre el mundo o sobre el futuro. Excesiva autocrítica.

6.    Pérdida o aumento de apetito asociado a cambios en el peso.

7.    Insomnio o necesidad de dormir durante más horas de lo normal.

8.    Sensación de falta de energía o cansancio. 

9.    Disminución del deseo sexual.

10. Dificultad para concentrarse o problemas de memoria.

11. Pensamientos recurrentes sobre la muerte o ideas de suicidio.

 

 

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¿Cómo se diagnostica?

El diagnostico de un trastorno depresivo es el resultado de un proceso de evaluación llevado a cabo por un especialista del campo de la Salud Mental (Psicólogo Clínico y/o Psiquiatra).

 

La única forma en la que se diagnostica la depresión es mediante una entrevista clínica realizada por un especialista en Salud Mental. En muchas ocasiones, la información aportada por cuestionarios y entrevistas con los familiares es fundamental para valorar la gravedad del cuadro. Es importante señalar que, no existe una prueba "médica" que diagnostique un cuadro depresivo (ni un análisis de sangre, ni una prueba radiológica), pero es fundamental, una evaluación de las posibles enfermedades orgánicas que tenga el paciente. Hay enfermedades médicas que pueden influir sobre el estado de ánimo. Por ejemplo, el hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing, o incluso una anemia severa, pueden producir sintomatología similar a la depresión. Es importante descartar estas condiciones si existiera alguna sospecha. 

 

¿Cómo se trata?

El tratamiento de un trastorno depresivo siempre es INDIVIDUALIZADO. Dependiendo del tipo de trastorno del estado de ánimo y de las características de cada persona, el especialista te propondrá el que mejor se adecúe a tus necesidades.

 

Como base para la elección de tratamientos los especialistas cuentan con el apoyo y las sugerencias de las  Guías de Práctica Clínica (basadas en la investigación). Entre las recomendaciones con mayor apoyo empírico encontramos que la terapia psicológica cognitivo-conductual es un método de primera elección en el tratamiento de la depresión leve a moderada. En el caso de una depresión más grave, el tratamiento más recomendable es un tratamiento combinado que incluya psicoterapia y tratamiento farmacológico.

 

La terapia psicológica incluye una fase de evaluación que permitirá adaptar el tratamiento a las características de la persona. Posteriormente, se trabajarán diferentes componentes (pensamientos, emociones y conductas) con el objetivo de reducir la sintomatología depresiva y también de prevenir futuras recaídas.

 

Las posibilidades de abordaje farmacológico son extensas y complejas, siendo el médico psiquiatra el responsable de prescribir dicho tratamiento.

 

El abordaje interdisciplinar entre los distintos profesionales que trabajan en las Unidades de Salud Mental (Psiquiatra, Psicólogo Clínico, Enfermero, Trabajador Social y Terapeuta Ocupacional), el trabajo en equipo, así como la posibilidad de terapia grupal en algunos casos, enriquecen enormemente las posibilidades de tratamiento de los trastornos depresivos en los dispositivos públicos. 

 

Algunos Consejos:

Si crees que estás atravesando un proceso depresivo, lo primero es comentarlo con tu médico de atención primaria para que inicie el estudio correspondiente.

 

Si estás en tratamiento, algunas recomendaciones generales que pueden serte útiles son:

 

  1. En primer lugar es importante aceptar la situación: entender que la depresión es un trastorno que se puede tratar y del que la mayoría de las personas se recuperan. En ningún caso implica que la persona sea más débil o que sea menos válida. Es positivo “darse permiso” para dedicar un tiempo a la recuperación

 

  1. Organízate el día: trata de planificar con antelación unas mínimas rutinas de actividad que te permitan mantenerte activo. A veces los síntomas depresivos nos dificultan decidir en el momento qué actividad podemos realizar, y por ello resulta útil dejarlo por escrito y tenerlo al alcance.

 

  1. No esperar a que vengan las ganas: la desgana es un síntoma más de la depresión, por lo que a veces es necesario empezar a hacer ciertas cosas sin ganas. Es difícil y costoso al inicio, pero sabemos que es la mejor forma de mejorar el estado de ánimo. Plantéatelo de forma gradual, sin ser exigente contigo mismo. Empieza por aquella actividad que pueda ser más fácil y al mismo tiempo más satisfactoria.

 

  1. Incorporar un mínimo ejercicio físico en nuestra rutina puede tener efectos muy positivos sobre la sintomatología depresiva. El deporte favorece la secreción de ciertas sustancias en nuestro cuerpo que mejoran el ánimo, y además conlleva en sí mismo experiencias de disfrute y de superación. Se puede comenzar por incorporar una caminata diaria de media hora o una hora, preferiblemente en horas de luz.

 

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  1. Cuidado del sueño: descansar bien es importante para la recuperación. Para facilitar el descanso, es imprescindible no pasar mucho tiempo en la cama durante el día. También eliminar sustancias activadoras de nuestra dieta, y tratar de mantener unos horarios más o menos regulares. Si nos despertamos en mitad de la noche, lo más normal es que nos volvamos a dormir. Si esto no ocurre, podemos levantarnos e intentar hacer alguna actividad aburrida hasta que reaparezca el sueño.

 

  1. Cuidado de la alimentación: la falta de apetito puede conllevar a la reducción de la ingesta de alimentos nutritivos, lo que puede empeorar a su vez otros síntomas depresivos. Es imprescindible mantener una rutina normalizada de comidas, ingiriendo alimentos como mínimo tres veces al día.

 

  1. Apoyo social: en momentos tan difíciles es muy beneficioso el apoyo de los más cercanos. Permítete el desahogo emocional y trata de planear actividades que te mantengan distraído y que impliquen algo de contacto social. Tener experiencias positivas con otras personas puede ser de gran ayuda para superar una depresión.

 

  1. Ser flexible y reconocerse los propios méritos: salir de la cama, asearse, salir a hacer algunas compras, etc., pueden no ser importantes para una persona sin ningún tipo de problema, pero para la persona con depresión suponen un gran esfuerzo y debe ser valorado como tal.

 

  1. Cuando la depresión es grave y aparece el sentimiento de desesperanza pueden surgir pensamientos de suicidio. Si ocurren, no tienes por qué sentirte culpable o avergonzarte. Es otro síntoma más de la depresión y también puede superarse. A veces ayuda hablar sobre ello con alguien de confianza. Pero si no puedes controlar estos pensamientos, lo mejor es llamar al teléfono de Emergencias o acudir al Servicio de Urgencias de tu Centro Médico más cercano.

 

Para obtener más información:

Organización Mundial de la Salud:

http://www.who.int/topics/depression/es/

Guía de Práctica Clínica sobe el Manejo de la Depresión en el Adulto. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad:

https://portal.guiasalud.es/wp-content/uploads/2018/12/GPC_534_Depresion_Adulto_Avaliat_compl.pdf

Guía de Autoayuda para la Depresión y los Trastornos de Ansiedad. Servicio Andaluz de Salud:

http://www.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/principal/documentosacc.asp?pagina=gr_smental_23_12_gauto

 

Algunos libros útiles para pacientes:

 

  • Adultos:

¿Por qué estoy triste? Guía para conocer y afrontar la depresión (2000). Laura Hernangomez Criado. Editorial Algibe.

  • Niños:

El niño que no sonríe: estrategias para superar la tristeza y la depresión (2011). Xabier Méndez Carrillo. Editorial Pirámide.

 

AUTORES:

Angela Gómez*, Cecilia Suárez*, José L Santos**

* PIR Hospital Virgen de la Salud/Complejo Hospitalario de Toledo

** Psicólogo Clínico, Unidad de Salud Mental CEDT Ocaña/Complejo